Me alegro de haber leído Enemigo Invisible de Peter May una vez terminado el estado de alarma porque en plena pandemia sé que hubiese pasado momentos de mucha angustia.
Nº de páginas: 368
Editorial: Catedral (Grup Enciclopèdia)
Encuadernación: Rústica con solapas
Traductora: María José Díez Pérez
ISBN: 9788418059285
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Un thriller profético que explora la experiencia humana bajo los efectos de un virus en pleno confinamiento.
Peter May escribió Enemigo invisible hace quince años, cuando la gripe aviar se había extendido por algunos países. Pero el manuscrito se quedó en un cajón de su escritorio. Los editores no quisieron publicar la historia por considerarla «extremadamente exagerada». Aquel texto parecía una distopía con pocos vínculos con la realidad pero, viendo los estragos que ha provocado la pandemia de la Covid-19 en todo el mundo, el libro recobra sentido.
Londres es el epicentro de una pandemia global, una ciudad confinada y violenta. Se ha impuesto el estado de emergencia excepcional a causa de un virus que ya ha matado a miles de personas. Los servicios sanitarios están desbordados y se deben construir nuevos centros sanitarios para descongestionar el sistema. En uno de los lugares donde se edificará un hospital, encuentran una bolsa con los restos de un niño. Jack MacNeil, en su último día en la Policía Metropolitana, deberá resolver el caso en un contexto de presiones y violencia. El asesino, implacable, está dispuesto a volver a matar para borrar su rastro. Mientras, su vida se rompe por el mismo mal que destroza la existencia del resto.
Esta novela de Peter May viene al dedillo para el momento por el que estamos pasando (que, por fin, parece que ya se vislumbra la luz al final del túnel), pero justamente por eso, es por lo que sé que si la hubiese leído en pleno confinamiento, o aún en pleno estado de alarma, hay situaciones en las que me hubiesen puesto un nudo en la garganta mayor al que me han puesto al haberlas leído con el estado de alarma finalizado.
Resulta que la acción se desarrolla en una ciudad de Londres devastada por un virus, el de la gripe aviar, con una tasa de mortalidad superior al 80%. Para evitar que el virus se extienda al resto del mundo, Londres está sitiada, en estado de alarma, con todos los ciudadanos (los que aún viven) confinados en sus casas, con toque de queda y con una calles arrasadas por el vandalismo.
Tan solo hay una parte de la ciudad, La Isla de los Perros, que está protegida y libre de infección (justo, curiosamente, donde viven los ricos y poderosos).
En medio de esa crisis, en plena excavación de un hospital de emergencia, encuentran una bolsa de piel con los huesos de una niña. Unos huesos que parecen haber sido limpiados de restos de carne y hervidos.
El responsable de encontrar al culpable será el agente Jack MacNeil, que además, deberá luchar contra una gran pérdida personal. MacNeil contará con la ayuda de Amy, una joven forense en silla de ruedas y de la Doctora Castelli, una anciana que perseguirá el origen del virus.
Para colmo, también contará con la presencia de Pinkie, un sicario que no siempre le pondrá las cosas fáciles al agente.
Ponernos en la piel del agente Jack McNeil no es plato de buen gusto porque el pobre hombre está atrapado en una situación realmente angustiosa: con su drama personal (no os lo voy a revelar pero es de los peores), un asesinato que le está llevando hacia una gran conspiración, una ciudad sitiada, un virus mortal y un sicario sin escrúpulos. Una situación límite que atrapa al lector.
Entre persecuciones, peleas, tiroteos, esculturas macabras, el dichoso virus, el sicario que no lo deja tranquilo, su drama interno... ¡¡Madre del amor hermoso!! ¡¡Que estrés!!
Creo que es imposible no cogerle cariño a McNeil. Es un personaje de esos que yo digo que llenan la pantalla. Un policía duro que a pesar de estar pasando por el peor momento de su vida, su deseo será siempre encontrar al culpable de la horrible muerte de la niña y la de proteger a los suyos, aún a costa de su propia vida.
Y aunque el final me costó un poco creérmelo (una situación excesivamente límite para mi gusto), la novela en general me ha gustado mucho. Me ha atrapado y angustiado a partes iguales y me ha dado todo lo que espero de una novela del género: es adictiva, entretenida y llena de acción.
Tal y como acaba la novela no da pie a que pensemos en más casos del agente Jack McNeil aunque, a mi personalmente, no me importaría leer más historias de ese grandullón escocés duro pero con un corazón que no le cabe en el pecho.
No tengo ninguna duda, os recomiendo sí o sí esta novela para todos los amantes del género.
Y como esta ha sido la primera novela que he leído de Peter May y la he disfrutado tanto, ya tengo en mi lista de pendientes su Trilogía de Lewis:
Besotes y Felices Lecturas.
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