Hoy os quiero hablar de Nunca he sido la musa de nadie de Francisco Javier Rodríguez Barranco, una novela policiaca diferente con un humor muy peculiar.
Nº de páginas: 176
Editorial: Azimut Ediciones
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788494663994
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Aporofobia, creo que ésa es la idea central que vertebra las acciones en el presente libro. Con otras palabras, el odio a los mendigos, quizá porque nos recuerdan de manera cotidiana que no nos hallamos en el mejor mundo de todos los posibles. Nos encontramos así con una sucesión de indigentes, en ocasiones con delirios paranoides, uno de los cuales, Miguel Ejido, aparece muerto en circunstancias extrañas. Los otros dos protagonistas son Ciriaco Medina, un conductor de autobuses prejubilado, aficionado a las cuestiones detectivescas y desubicado de su entorno vital, y Mercedes, una camarera, Licenciada en Filología, que a sus cincuenta y algo años nunca ha sido la musa de nadie. Por lo tanto, hay una muerte que investigar, pero no se trata de una novela policial al uso, sino que las insatisfacciones personales y el inframundo social tejen el entramado en que discurren los episodios de esta obra. Pero disponemos aún de otro protagonista: la propia ciudad y su laberinto de calles, pues, según ha destacado Lola Clavero en el prólogo, uno se siente expulsado cuando empieza a comprender los enigmas urbanos.
Aunque la trayectoria literaria de Francisco Javier Rodríguez Barranco no es precisamente corta, ha escrito ya 24 novelas, Nunca he sido la musa de nadie sí es la primera novela que leo de él. Y la primera palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en ella es CURIOSA.
En esta novela, la narradora principal es Mercedes, una licenciada en filología de cincuenta y tantos años que trabaja como camarera. Nunca ha tenido mucho éxito en el amor, especialmente desastrosa fue su relación con Mario. Y no pinta que en esta ocasión el portador de su amor vaya por mejor camino, no porque sea un mujeriego o un embaucador nato como Mario, sino porque no está por esos menesteres y ni siquiera sabe que Mercedes, o María Mercedes como él se empeña en llamarle, sea algo más que su amiga la camarera.
Ciriaco es un buen hombre, prejubilado como conductor de autobuses que tras estudiar criminología de mayor, se dedica a ayudar, siempre extraoficialmente, a la policía.
Es amigo de Mercedes y también de Miguel Ejido, un indigente que ve conspiraciones por todas partes y que se queda de que cada noche "ellos" vienen a pegarle y quieren acabar con él. Por supuesto, nadie le cree aunque tanto Ciriaco como Mercedes lo tratan con respeto y lo escuchen. Hasta que un día Miguel aparece ahogado ¿Suicidio? ¿O tenía razón y alguien iba a por él?
Ciriaco, extraoficialmente, empieza su propia investigación.
Mi opinión sobre esta lectura, esta vez, va a ser un poco contradictoria. Veréis, he disfrutado de la lectura porque, entre otras cosas, la narradora tiene una forma de expresarse que me ha hecho reír mucho, con un humor sutil, cargado de mucha ironía ya que su vida, y la del resto de personajes, rozan la desesperanza, la tristeza y el abandono.
Enganchadísima me tuvo la historia porque quería saber qué le había pasado a Miguel y si realmente existían esos "ellos" de los que tanto hablaba y que tan amargado lo tenían.
Me ha encantado el variopinto desfile de personajes, especialmente los indigentes y las monjas que regentan el albergue, pero... Todo queda demasiado en el aire. Todos los cabos quedan sueltos y yo ¡necesito! que todo quede bien atado cuando leo una novela.
Acepto que quede algo suelto, que no me cierren la novela con un "fueron felices y comieron perdices" pero ¿presentarme una historia interesante y no resolver nada? ¿Que quede absolutamente todo en el aire, inconcluso?
El autor nos presenta retazos de una historia. Un pequeño fragmento de la vida de unos cuantos habitantes de la ciudad, sin un principio ni un final. Como si miramos por un visor, vemos a unas personas viviendo sus vidas y, pasado un tiempo limitado y muy corto, nos vamos. No llegamos a conocer el desenlace de sus historias y nos quedamos con las ganas de saber más.
Está claro entonces, que lo que el autor nos trae, no es una historia con su introducción, nudo y desenlace, sino un desfile de personajes, como he dicho antes, de lo más variopinto con grandes alusiones literarias.
Empezando por Mercedes y Ciriaco que ya no son unos niños y que tienen sus propias historias de desesperanza, dolor y tristeza a sus espaldas. Ambos son amigos sí, ¿Pero se conocen realmente entre ellos? ¿Se han abierto el uno al otro o viven en sus pequeños mundos individuales? ¿Se han parado a mirarse realmente el uno al otro?
Por otro lado tenemos toda una serie de indigentes que llevan su propio ritmo y viven al margen de la ciudad.
En esta historia lo realmente importante no es lo que le haya podido pasar a Miguel o si Mercedes y Ciriaco podrán iniciar una relación, sino las vidas de los personajes. Vidas bastante grises la verdad pero suyas al fin y al cabo y cada cual la vive lo mejor que puede.
Nosotros seremos meros espectadores, tan solo por un tiempo limitado, de esas vidas, al margen de que haya un crimen o no por resolver.
No creo que sea justo ni recomendaros su lectura encarecidamente ni no recomendarla, porque, aunque esperaba que la historia quedara algo más cerrada, he disfrutado mucho de ese desfile de personajes y sus diálogos. Así que en vuestras manos lo dejo. Sois vosotros los que debéis decidir si os lanzáis a sumergiros en sus páginas para conocer a estos personajes y entrever sus historias o no.
Besotes y Felices Lecturas
Creo que me quedaría con el mismo sabor de boca que tú, pero por los personajes que describes sí que me da mucha curiosidad.
ResponderEliminarBesitos.
Lo personajes son muy interesantes y la historia, si hubiese tenido su final cerradito como a mi me gusta, hubiese sido chulísima.
EliminarBesotes